Las palabras provocan, inquietan, movilizan. ¿De quién son las palabras que decimos? ¿A quién pertenecen? ¿A uno, a varios o a todos? ¿De qué sirven las palabras si uno las dice y nadie del otro lado las recibe? ¿Qué valor tiene una palabra si nadie la escucha? Sin palabras no hay silencios. Y sin silencios no hay palabras. Muchas veces no sabemos por que callamos, y muchas más no sabemos por qué hablamos. Estamos en silencio, guardándonos las palabras hasta que algo, alguien nos hace hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario